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Amanecer

Periódico:
Con todas las presiones a las que nos sometemos en este mundo impulsado por los logros, a veces es una lucha...

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7.15 DE LA MAÑANA. Un pequeño grupo se reúne en el ventanal de la gran sala de reuniones de la Casa de la Montaña/Mountain House, en Caux, con vistas al lago Lemán y a las montañas que lo rodean. Afganos, egipcios, libaneses, suizos, australianos, moldavos, estadounidenses, británicos; cristianos, musulmanes; jóvenes y mayores: nos reunimos para compartir el silencio antes de que comience el bullicio del día de la conferencia.

Cada día alguien ofrece unas palabras de reflexión. Una mañana, es un joven estadounidense, que describe su camino hacia el perdón tras el atraco mortal de un amigo. En otra, es un miembro del grupo de coordinación de las seis principales organizaciones benéficas de desarrollo de Suiza, que habla de la lucha por encontrar el equilibrio entre la acción y la contemplación.

Luego me toca a mí, un reto con un grupo tan diverso. Hablo de mi experiencia del amor de Dios, y de Su maravilla: el amor de los padres que esperan con los brazos abiertos mientras el niño pequeño se tambalea hacia ellos; el rostro que se ilumina al vernos. "No hay nada que puedas hacer para que Dios te ame más", escribe el estadounidense Philip Yancey. "No hay nada que puedas hacer para que Dios te ame menos". Con todas las presiones que nos imponemos a nosotros mismos en este mundo impulsado por los logros, a veces resulta difícil aferrarse a la verdad de que Dios se deleita en nosotros, tal como somos.

Cuando me detengo, el sonido de una flauta de caña que sube desde la terraza de abajo, donde un grupo de indígenas de diferentes países da la bienvenida al nuevo día con una ceremonia propia.

Escuchamos música, un poema, y luego, en el silencio, buscamos ese lugar de quietud interior donde nos encontramos con Dios... y con nosotros mismos. Fuera, los pájaros van de un lado a otro entre los árboles y los balcones. Cuando llega la hora de irse, rezo en voz alta e invito a los demás a hacer lo mismo. Nadie responde, pero para mi asombro uno de los musulmanes se levanta y abandona el grupo. ¿Le habré ofendido de alguna manera?

Y entonces me doy cuenta de que, justo detrás de nuestro semicírculo de sillas, se está postrando en oración. He rezado a mi manera", me explica más tarde. Y me ofrece una cita de los escritos sagrados del Islam:

"Hijo mío, ámame, yo te amo. Y cuando te amo, me convierto en tu ojo con el que ves, tu oído con el que oyes, tu mano con la que trabajas, tu pie con el que buscas".

Idioma del Artículo

English

Tipo de Artículo
Tipo de la presentación
Año del artículo
2004
Permiso de publicación
Concedido
El permiso de publicación se refiere a los derechos de FANW para publicar el texto completo de este artículo en este sitio web.
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2004
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