Pocos empresarios han llegado a los extremos de Stuart Sanderson para proteger los intereses de sus empleados. Ante la recesión y la amenaza de cierre, este fabricante escocés de tejidos se negó a despedir a ninguno de sus trabajadores. Él y su esposa Bina estaban acostumbrados a buscar la orientación de Dios para dirigir su negocio en Galashiels, en los Scottish Borders. Tenían la idea: "No despedir a nadie. Mantén el molino en marcha. Pon todos tus recursos en ello".
Fue entonces cuando tomaron la acción decisiva que iba a asombrar, y consternar, a algunos de sus amigos cercanos, al desafiar las convenciones y costumbres establecidas. Vendieron su casa y su coche y se mudaron a una casa de campo cerca del molino para liberar capital. Al hacerlo, conservaron las competencias de todos sus empleados, mientras que ellos mismos permanecieron en la casa de campo durante 18 años.
Se enfrentaron a la oposición de algunos en un ambiente tradicional en el que la divergencia de la formalidad de las formas familiares estaba muy mal vista. Sin embargo, nunca vacilaron. El lema de Sanderson siempre fue: "En todo lo que emprendas, pon lo mejor de ti". Él y Bina fueron, en palabras de su amigo Loudon Hamilton, "verdaderos pioneros". Refutaron la afirmación marxista de que "siempre se puede confiar en que los capitalistas antepongan el beneficio a la ideología"".
Al igual que Hamilton, Stuart y Bina habían conocido y se habían unido a Frank Buchman, fundador del Grupo de Oxford, a principios de los años veinte. Su casa se convirtió en la primera de Escocia en acoger y servir de base a los asociados al movimiento laico cristiano. El trabajo de Buchman tuvo un profundo efecto en la práctica de su fe y en su vida eclesiástica. Criado en una familia temerosa de Dios, y anciano en su iglesia, Sanderson reanudó su deber, algo descuidado, de visitar a los miembros de su congregación. Su pastor comentó: "Si todos los ministros de Galashiels tuvieran un anciano como Stuart Sanderson, se marcaría una gran diferencia en las iglesias de esta ciudad".
Al jubilarse, se trasladaron a Whitehall Court, cerca del Embankment de Londres. Participó en la compra del Westminster Theatre en 1946 como Centro de Obras Cristianas, comprado en memoria de los asociados al trabajo de Buchman que habían perdido la vida durante la guerra. Fue uno de los primeros administradores del teatro.
Desarrolló muchos contactos con líderes industriales, convirtiéndose en su amigo y confidente, y animándoles a basar sus políticas y sus vidas en algo más grande que el éxito material. Les transmitió su visión de los negocios y la industria como una fuerza que determina el destino del mundo.