Christiane Mallet falleció el 27 de mayo de 2019. Nació el 23 de noviembre de 1918, pocos días después del final de la Primera Guerra Mundial, lo que le dio su segundo nombre de Victoire. Su padre, el barón Robert de Watteville-Berkheim, se había formado como diplomático. Su madre, Diane, se había alistado como enfermera en la Cruz Roja, sobre todo en Verdún.
Fue en 1932 cuando la pareja conoció al "Grupo de Oxford", un movimiento que más tarde se convertiría en "Rearme Moral" y luego en "Iniciativas de Cambio", en una reunión organizada por el movimiento en París. Robert y Diane acogieron en su casa a uno de los principales miembros, y la conversación que mantuvieron con él desempeñó un papel clave en la reorientación de la vida de este hogar aristocrático parisino y alsaciano. Encontró el sentido de la vida: trabajar para construir la paz entre Francia y Alemania. De niña, Christiane ocupó su lugar en esta aventura.
La vida de Christiane ha tenido sus momentos sublimes y su parte de pruebas. Tras su matrimonio, cuando nació su primera hija, el cerebro de la pequeña Isabelle se cortó durante unos segundos, un lapsus fatal que la dejó discapacitada. Luego vinieron dos niños, ambos sin problemas. La familia vivió la Segunda Guerra Mundial, con todas las penurias cotidianas que experimentan todas las familias de Francia. Durante esos cuatro años, uno de los dos hermanos de Christiane, François, murió en la guerra y durante mucho tiempo la familia no supo dónde estaba enterrado. Esto la llevó a acudir valientemente al cuartel militar alemán de París con una carta de recomendación de un amigo alemán que había conocido mucho antes de la guerra, para pedir ayuda para encontrar el cuerpo de su hermano. El oficial que la recibió cogió la carta y, con gesto despectivo, la tiró al suelo sin abrirla. Ante él, Christiane tuvo que agacharse y recogerla, con los ojos rebosantes de lágrimas. Humillada, tuvo en su interior la gracia de perdonar al oficial.
Christiane se unió a sus padres cuando decidieron que su mansión privada de Boulogne sería una "embajada" para el Rearme Moral. Allí se recibieron las primeras delegaciones de alemanes, los primeros pasos hacia la futura reconciliación franco-alemana.
A medida que sus hijos crecían, Christiane se vio en la necesidad de encontrar un hogar para su hija Isabelle que le permitiera desarrollarse a pesar de su profunda discapacidad. Fue entonces cuando Christiane conoció providencialmente a Jean Vanier, fundador de El Arca. Isabelle encontró una verdadera familia en este hogar de Trosly-Breuil, al norte de París. Y Christiane sintió que debía comprometerse a trabajar con personas discapacitadas. Se forma como logopeda para niños discapacitados. Esto le ocupó mucho tiempo, pero no le impidió entregarse a las iniciativas de Rearme Moral-Iniciativas de Cambio, y no solo en Francia. Participó en varias misiones en el Líbano durante la guerra civil de los años ochenta.
Su capacidad para escuchar a los demás permitió a muchas personas, de todos los orígenes y condiciones sociales, que a veces necesitaban vaciar su corazón, hacerlo sin miedo a ser juzgadas. Conservó esta cualidad hasta que ya no tuvo fuerzas. Pero su mirada hablaba por ella.
Escrito por Anne-Marie Tate