El General Mercorios Haile, nacido en Eritrea, que llegó a ser Subcomandante de la Fuerza Aérea Etíope en la época en que Eritrea era todavía una provincia de Etiopía, falleció el 16 de noviembre durante una visita a Addis Abeba.
En 1975, el General abandonó su puesto diplomático en la Embajada de Etiopía en Nairobi en respuesta a la política del régimen de Mengistu, y ha vivido en Gran Bretaña durante los últimos 34 años.
Poco después de su llegada a Gran Bretaña asistió a una conferencia internacional de Rearme Moral (ahora Iniciativas de Cambio) en Caux, Suiza. Más tarde contó que allí se había dado cuenta de que no había hecho lo suficiente por su propio pueblo (eritreo), y a su regreso al Reino Unido, creó una organización para servir a la naciente comunidad eritrea en Londres. Sería la primera de varias asociaciones de este tipo que inspiró en distintas partes de Gran Bretaña.
Dado su amor tanto por los eritreos como por los etíopes, siempre consideró que su papel era el de tender puentes entre los dos pueblos, especialmente durante estos últimos años de hostilidades activas. También vio el peligro de las divisiones entre eritreos cristianos y musulmanes, y trabajó estratégicamente para crear confianza entre ellos en la diáspora europea y americana.
Invariablemente elegante y bien vestido en su apariencia y modales, hasta bien entrados sus ochenta años, había un espíritu de modestia, integridad y transparencia en todo lo que emprendía que despertaba confianza en su liderazgo y visión. Su profunda fe le sostuvo en los días más oscuros de angustia por la condición y el sufrimiento de su pueblo eritreo. Siempre brilló su cortesía tranquila y firme, y la palabra agudamente perspicaz de una mente militar entrenada era a menudo oportuna.
Cuando la salud empezó a flaquear, sus pensamientos se volvieron a menudo hacia Etiopía, donde había servido durante gran parte de su vida profesional, y donde muchos amigos de épocas anteriores y más felices le dieron la bienvenida. El Presidente Girma, Jefe de Estado etíope, le tenía en gran estima y le unía una estrecha amistad desde sus años juntos en las Fuerzas Aéreas, y de hecho fue su "padrino" en su boda.
Cuando fui invitado, con el Rev. John Burrell, a visitar al equipo de Iniciativas de Cambio (IdeC) no hace mucho tiempo, fuimos equipados con una fuerte y cálida carta del General Mercorios al Presidente para informarle del trabajo de IdeC y presentarle una de las primeras copias de El Imán y el Pastor película.
Quizás estaba escrito en sus estrellas que terminara sus días en el país al que su amor y su visión se extendían tanto como al suyo propio.
Sus muchos amigos de Gran Bretaña le echarán mucho de menos, y considero un privilegio haberle conocido y haber trabajado junto a él y a sus compatriotas, que son quienes más sentirán el vacío.
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